sábado, 13 de septiembre de 2014

Sentada a tu lado, dandote la mano y sonriendo. Te beso, te quiero, te amo. Tú ya lo sabes todo, todo y más. Pero, cuando tú me dijiste eso, me quedé totalmente en blanco. Sí, lo admito es bonito y me gustó, pero no creo que sea correcto, pienso que es demasiado exagerado, no necesitamos llegar a esos extremos.
Todavía seguía manteniendo la respiración de esa noticia tan impactante, con tu mirada clavandome en los ojos y una sonrisa de oreja a oreja deslumbrandome.
Te estaba viendo que a cada segundo que pasaba te ibas poniendo más nervioso, y tu sonrisa se iba borrando lentamente. Al ver este cambio brutal en tu expresión me apresuré a responderte.
- Es demasiado pronto, y no estoy preparada.
- ¿No me quieres?
- Claro que te quiero, pero es que... Bueno al menos dejame pensarlo.
- Si dudas es que no quieres casarte conmigo, no hace falta que aceptes por obligación ni por pena.
- No lo hago por eso, es que no le veo sentido a todo esto...
- ¿A qué?
- A las bodas, es un simple papel firmado. Lo firman porque piensan que así se van a querer más, o van a durar para siempre, pero será igual que antes, o incluso peor.
- No me quieres...
- Si que lo hago, y con todo mi alma. Mira, si de verdad te hace tanta ilusión nos casamos.
- Dejalo, ¿sabes? no debería haber preguntado nada. Todo esto es ridículo. Pensaba que me querias...
Se levantó y se fue, sin dejarme responderle a la última frase.
Me quedé sentada, y sola en aquel lugar. Ya habían pasado como 3 horas de lo sucedído, y a mi alrededor había formado un gran charco de dolor. De repente escuché como alguien se acercaba. Me rodeó con su brazo, y noté su mano en mi espalda, pensé que era él, que había vuelto, era algo fría y noté una punzada.
Me giré para observarla mejor, y al reconocer esa forma me alarmé. No era su mano, era una navaja, pero ya era demasiado tarde para gritar, cuando la miré noté su filo atravesandome. Aquel charco de lágrimas se hacía pequeño, comparandole con la sangre que derramaba mi cuerpo...

Todo acaba siendo costumbre.

Me siento en el sofá, como todos los días, pensando en lo mismo.Lo sé, hace tiempo que ocurrió pero todavía sigo recordándolo día a día.
Aunque creo que ella no se sigue acordando de mí, y tampoco la culpo, es normal, pero yo la recuerdo como si nunca se hubiese ido. Y siempre sigo recordando lo mismo, parezco masoca, torturandome como el primer día que ocurrió, llorando cada vez que me siento en este sofá. Como estúpida, sin pensar en nada más. A veces pienso que no lo he superado, pero yo creo que ha pasado demasiado tiempo como para no haberlo hecho. 25 años ni más ni menos. Los mejores años de mi vida les pasé con ella.
Pero... tú no sabes lo que es despedirla en un aeropuerto, sabiendo que no la volverás a ver. Que lo único que te queda es su número de teléfono en la agenda y la cara de estúpida viéndola pasar una línea invisible que no me permite acercarme más a ella, con las maletas en la mano y con cientos de surcos que han dejado sus lágrimas al pasar por sus mejillas. Con una sonrisa levanta la mano, sonríe y me regala las palabras más bonitas que una persona te puede regalar: un TE QUIERO.
Después de su ida a otro continente, ya estaba planeando ahorrar para un viaje a su nuevo destino, pero era demasiado caro, y me costaría más de dos años. Así que empecé desde el mismo día que se fue a acumular dinero en un bote. Al año recolecté la mitad del dinero, como planeé, dos años justos para tener suficiente. Solamente faltaba una semana a que me dieran mi salario mensual, y así poder realizar una visita sorpresa. Estaba ansiando a que pasaran esos 7 días. Ya tenía reservado el billete de avión y me faltaba concretar el hotel.
Una semana más tarde, cobré, y nada más agarrar el dinero corrí hacía el aereopuerto. Despegamos.
Estaba en el avión, me sudaban hasta las uñas, y creo que el acompañante que tenía al lado lo notó, a sí que entablamos una conversación. A mitad del trayecto, mi móvil comenzó a sonar. Era ella. Contesté con una sonrisa más amplia de lo que la ponía normalmente cuando hablabamos. Pero de repente, esa sonrisa se borró de mi cara.
Me llamó su novio, al que conoció en su universidad, llevaban saliendo año y medio, y lo por lo que ella me contaba era encantador. Bien, pues él fue el que me llamó.
Dijo que me llamaba él dado que ella no se atrevía a contarme lo que la ocurría. Me dijo que desde hacía 2 meses la habían detectado un gran tumor en el pulmón, dado que ella era una gran fumadora, y que al estar tan avanzado, la única solución era operar, de no ser así moriría en menos de 6 meses. Cada vez que iba avanzando con aquella historia que me contaba, menos me veía con capacidad para escucharla. Contó que ella no se quiso operar, porque los médicos la dijeron que la operación sería muy grave y que habría muy pocas posibilidades de que saliera con vida, pero que también lo hizo por otra razón, porque de alguna manera, sentía que me traicionaba a mí. Cuando me dijo esto, pensé que renunció a parte de su vida, por mí. El chico estaba llorando desde que empezó con aquella historia. Yo me quedé completamente en blanco, no me salían las lágrimas, no podía pensar. Pero si que sentía como mi vida iba careciendo de sentido alguno. Antes de que pudiera acabar el móvil ya se me había caido al suelo del avión.
Al aterrizar, lo primero que hice, fue ir al hospital, aún sabiendo que ella no estaría allí. Estuve dos días durmiendo afuera del hospital. Al 3º día vi como ella, ya sin pelo y sin energías, se dirgía a la puerta apoyandóse en su pareja. No podía levantarme, había una fuerza sobrenatural que lo impedía. De repente, no sé cómo, pude levantarme, y correr hacia ella. Parece ser que ya las lágrimas podían correr por mis ojos, puesto que lo veía todo un poco más difuminado. Su abrazo fue frío, se notaba que ya no tenía fuerzas para seguir adelante. Nos dimos nuestro tiempo, hasta que su novio nos dijo que iba a llegar tarde a la cita. Me ofrecí para entrar con ella a la pequeña sala.
El doctor la dijo que sería la última vez que le preguntaba. Yo no sabía a que pregunta se refería aunque me hacía una idea, aunque para asegurarme, les interrumpí.
Y había acertado. Era la última opción que tenía de sobrevivir, de tener la última oportunidad de vivir. Pues bien, ella la rechazó como siempre. Me quedé anonadada. A sí que volví a interrumpir, y la cojí del hombro, me dirigí al médico y le dije que sí, que ella estaba decidida, y que está muy orgullosa de vencer a su miedo. Ella se me quedó mirando, luego me sonrío y finalmente asintió. A sí que el médico la ingresó al momento. Y la fecha para operarla sería dos días más tarde, para hacerla los analisís antes de la opración. Esos dos días su novio y yo no nos despegamos de ella. La verdad es que ella no estaba muy nerviosa, se la veía feliz.Ya casi no podía ni vocalizar, era muy triste verla en esa camilla postrada como un vegetal, y sí, cada vez que ella se dormía su pareja y yo llorabamos, sabiendo que podría ser la última vez que la vieramos con vida.
Pasaron los dos días, y cuando su novio se fue a casa a arreglarse me quedé con ella. Me cojió de la mano y como pudo me habló. Me dijó que la única razón por la que se iba a operar era yo, que lo hacía porque yo lo quería, y que la he dado las fuerzas que perdió para salir adelante. La ví que las lágrimas que intentaba evitar que salieran, salieron. Yo que tampoco pude hacer nada por reprimirlas, la acompañé. La dije que la quería muchísimo, y ella me contesto que ella más. Sabía perfectamente que eso era verdad, así que no se lo discutí.
La pasaron al quirófano, y después de varias horas interminables, de tilas incontables, y de abrazos necesarios. La perdimos. Pareció ser que no la di las fuerzas necesarias. Su novio falleció de un ataque cardiaco, y yo soy la única que sobreviví a ese trance, aunque no creo que se le pueda llamar supervivencia, porque después de todo este tiempo, sigo aqui, sentada en el mismo sofá en el que me he estado sentando todos los días, a la misma hora, durante 25 años.

martes, 27 de marzo de 2012

Aprovecha antes de que todo se acabe.

Me propuse no llorar nunca más, solo de felicidad. Me propuse cogerte del brazo y no soltarte. Me propuse que estando a tu lado no pararía de sonreír, de reír. Me propuse ser la mejor persona del mundo a tu lado. Me propuse que nunca te haría daño. Me propuse pasar toda mi vida junto a ti. Me propuse quererte para siempre. Me propuse no olvidarte. Me propuse pensar todo el tiempo en ti. Me propuse echarte de menos hasta cuando te tenía al lado.
Ahora todas esas estúpidas propuestas me están matando. Gracias a ellas no como, no duermo, no vivo.

domingo, 25 de marzo de 2012

No me digas que el límite está en el cielo, cuando hay pisadas en la luna.

Yo no quiero que por San Valentín me regales un libro, ni un peluche, ni un anillo. Yo quiero que me digas te quiero, pero de verdad. Y que no me lo demuestres con regalos, que lo hagas con pequeños detalles. Venir a mi casa sin avisar, mandarme un mensaje por la noche, decirme que soy la más bonita, que después de despedirnos vuelvas corriendo desesperadamente hacia mí y me des el beso más dulce que tus labios hayan nunca dado, con la excusa de que hasta mañana no lo podrás volver a hacer.
Quiero que cuando veas a un amigo tuyo, me lleves de la mano hasta él y me presentes orgulloso de tenerme y feliz de que te tenga. Quiero que toda la gente que pase al lado nuestro tenga envidia, porque saben que nunca tendrán lo que nosotros tenemos. Quiero ser feliz contigo, y que tu lo seas conmigo. Porque ayer era un yo, y ahora es un nosotros para siempre.

martes, 14 de febrero de 2012

No voy a perderte.

No me vale con un te quiero. Eso es muy fácil de decir, es demasiado sencillo, muy repetitivo. Yo necesito más que eso. No me conformo con cualquier cosa, esfuérzate. Te daré una pista; necesito que cuando te llame diciéndote que te necesito, estés detrás mío y me digas ``aquí me tienes´´, que cuando llore me seques las lágrimas incluso antes de que salgan de mis ojos, que cuando no me callo, me calles. Que antes de que me caiga me aguantes me mires y me digas ``sigues tan torpe como siempre´´, que cuando pase a nuestro lado una pareja anciana de la mano, sonrías y digas ``mira, nosotros de mayores´´. Prefiero que me digas un siempre a un te quiero, un te odio a un te amo. Necesito que me sorprendas,  que mientras esté en la ducha me escribas en el cristal empañado ``me encantas´´, y que cuando llegue a casa me esperes impaciente. Me gusta que me llames a todas horas, y me digas ``ahora desearía que estuvieras aquí conmigo´´.Y lo que escribiste en el árbol del parque. Me encantan esas tardes en las que coges tu guitarra y me cantas canciones, me encantas tú.

jueves, 26 de enero de 2012

Dos palabras poco valoradas.

Soy de las típicas tontas, a las que se las dice ``te quiero´´ y se lo creen. De las que se quedan por la noche hasta las tantas haciéndose ilusiones. Hasta que un día me levanto, y me doy cuenta, de que se lo dice a todas, de que ya se olvidó de mí, de que ese ``te quiero´´ no era sincero, cuando el mío sí que lo fue.

sábado, 21 de enero de 2012

Amor de amigas.

Era un día como otro cualquiera, yo iba con ella al instituto.
Era todo exactamente igual de siempre, una simple rutina. Rutina que por mi parte me encantaba, pues estar con mi mejor amiga era lo mejor del día.
No sé como, pero tiene un récord en hacerme reír, más de una vez he cronometrado mentalmente cuánto tarda en robarme una de mis sonrisas.
Sonó el timbre, el timbre de nuestra libertad cronometrada. 15 minutos y a volver a la cárcel.
En el patio vimos a aquel chico de bachillerato, tan alto y guapo. Hoy Isai tenía algo especial ¡estaba peinado! Las dos reímos al mismo tiempo.

Tras estar más de la mitad del recreo hablando de él y sonriéndole cada vez que por error él nos miraba, observé que Carol forzaba la vista al mirarle, cosa que me pareció extraña, desde siempre ella a tenido buena vista, pero lo dejé pasar; sonó el timbre y volvimos a las clases.
Al entrar en clase, reafirmé mi teoría de que mi amiga no veía bien, pues al mirar a la pizarra fruncía el ceño, y alguna que otra palabra me preguntaba amí lo que estaba escrito.
Los días siguientes, en el camino a la escuela noté cómo Carol se iba retrasando poco a poco, cada vez disminuía más el paso y día a día íbamos más lentas.
Caminaba con dificultades por lo que me resigné a meterla prisa, cogí su ritmo, pensé que sería algún golpe que se había dado.
Nada más pasar por la puerta Isai se acercó a nosotras, estuvo hablando conmigo, y a Carol ni la saludó.
Cuando se alejó, Carol se alejó de mí sin decirme nada. Corrí hacía ella, cuando la agarré del hombro para preguntarla que la pasaba, apartó mi mano y me empujó.
- ¡Tú sabes que estoy enamorada de Isai desde que tengo memoria, y tú me lo intentas robar!, y pensar que te consideraba mi mejor amiga...
- Perdona, pero que yo sepa no he hecho nada, solo se ha acercado a hablar conmigo, y vamos, como bien tú sabes, a mí también me gusta Isai, y si me da la oportunidad de estar con él no la voy a rechazar.
- Mira Karen, déjame en paz, no me vuelvas a hablar en lo que queda de tu miserable vida, no quiero tener nada que ver en ella...
Esas palabras me llegaron al corazón, me parece irreal que por un chico nuestra amistad se haya podido romper.
Las semanas se hacían más largas, ya no me gustaba aquella rutina. Se me habían acabado las lágrimas.
Todos los días iba donde Carol a intentar arreglar nuestros problemas, pero ella me evitaba. Aunque tenía un consuelo, Isai cada día estaba más mono, y más cariñoso conmigo. Me acariciaba la cara y me colocaba el mechón de pelo detrás de la oreja. Cuando terminó el segundo recreo, ví una carta encima de mi mesa. Era de él, se declaró en esa gran parrafada que de tanto leerla me la sé de memoria. A la salida me lancé sobre él y le besé, di por supuesto que esa era la respuesta a la pregunta que me hizo en la carta. Carol lo vio todo, tuve un cargo de conciencia insoportable, pero no estaba dispuesta a terminar con mi chico.
A la mañana siguiente me fijé más de lo normal en Carol, y observé de que estaba mucho más delgada, y sus ojeras se habían ampliado más de lo normal. Ya no sonreía igual que antes y sus ojos no mostraban el brillo que les caracterizaba.
Ya había cumplido el mes con Isai, estabamos mejor que nunca, aunque me faltaba la otra mitad para estar completamente feliz. En uno de los recreos vi que Carol se metió al baño, y pensé que sería mi oportunidad para hablar con ella. Cuando empujé la puerta, vi el cuerpo de mi amiga tirado en el suelo. Estaba sin sentido, me quedé en blanco durante unos minutos. Cuando reaccioné me acerqué corriendo a ella, gritaba su nombre, sin ninguna respuesta. Al oír esos gritos se formó un corro inmenso alrededor. Llamaron a una ambulancia y la subieron, yo fui con ella, y Isai se empeñó en acompañarme, aunque no lo viera muy adecuado. Llamamos a la madre de carol para que acudiera al hospital. Cuando llegó Erika estaba tan asustada, nunca la había visto así, y por lo tanto me puse más nerviosa.
Estuvimos esperando en la sala de espera, al no soportar esa tensión me derrumbé allí mismo. Mientras que lloraba desconsoladamente Isai me abrazó, eso me hizo calmarme un poco aunque no del todo. Después de 1 hora no podía esperar más, así que opté por preguntarle a cada uno de los médicos que pasaban por allí. Ninguno tenía respuesta, lo único que decían es la odiada frase de ``hay que esperar´´.
Empezó a oscurecer y seguíamos sin tener noticias de Carol, cada minuto que pasaba me iba más rápido el corazón, también noté un cierto nerviosismo en él.
Desde que me consoló para que detuviera mi llanto no nos habíamos dirigido la palabra, estabamos en silencio, ansiando que el médico pronunciara el nombre.
Eran las 2 de la mañana cuando de repente uno de los especialistas llamó a la madre de Carol, nosotros no pudimos pasar.
Se abrió la esperada puerta y de allí salió la madre de Carol entera pálida, y con lo ojos hinchados de llorar.
En ese momento me quise morir, no pude acercarme a ella para preguntarla, al posar el suelo mis piernas fallaron, no tenían fuerzas para levantarme. Isai me ayudó. Cuando me levanté, noté como mi tensión bajo en picado, me desmayé.
Isai dandome la mano.
Lo primero que hice fué levantarme y preguntar por Carol. Me dieron el número de habitación, estaba al lado de la mía. Al cruzar el pasillo, vi cómo un niño de temprana edad pasaba al lado mío en silla de ruedas, noté como la tristeza imbadía el ansia que tenía mi cuerpo. El ansia fue precisamente la que me hizo abrir la puerta de la habitación con tanta fuerza, provocando un fuerte sonido al chocar contra la pared. Ví un cuerpo inmóvil tumbado en la cama y al lado suyo estaba su madre.
La madre estaba agarrada a su mano, con la cabeza mirando al suelo. Observé como las lágrimas caían de sus ojos, ni siquiera se digno a mirar a ver quien había entrado. Eso me provocó un nudo en la garganta difícil de aliviar. Cuando pasé noté las manos de Isai, acarició mi brazo y terminó con su mano pegada a la mía. Era un gran apollo para mí, sin él las cosas serían totalmente diferentes, estoy segura. Intente hablar, pero el nudo me lo impedía.
Poco a poco me iba acercando a ellas, cada paso era una tortura, parecían kilómetros lo que tan solo eran metros.
Después de  unos minutos de silencio, noté como el nudo iba disolviéndose, y entonces me digné a hablar.
- Hola - susurré - ¿Qué está pasando?
Esperé una respuesta, pero no obtuve ninguna. Llegué a sentirme con tanta ansia que me empecé a soltar varias lágrimas.
- ¿Qué ocurre? Por favor contéstame, no lo soporto más...
Erika levanta la cabeza mirando a los ojos, entonces es cuando vi que sus ojos perdieron color de tanto llorar, ni siquiera reconocía su cara.
- Tiene...
- !¿Qué tiene?¡
- Cáncer
- ¿Cómo?
- Poco a poco irá empeorando, está demasiado avanzado y...
En ese momento notaba cómo mi alma, mi corazón, mi cuerpo, querían morir, y yo con ellos. Ya no notaba las lágrimas que salían de mis ojos.
Isai al ver el momento tan trágico, me abrazo, y noté como poco a poco se iba humedeciendo mi hombro. Isai estaba llorando.
Noté que mis piernas me fallaban, la tensión me juega malas pasadas.Me apoyé en la pared, notando como lentamente iba cayendo hacia el suelo.
Me senté en este y comencé a llorar más intensamente que antes, no podía respirar con facilidad, me costaba tomar aire.
Unas semanas más tarde, iba superándolo cómo podía, Carol ya se había despertado, la visitaba todos los días.Todavía seguía destrozada con esta noticia, aunque delante de ella guardaba la postura, aparte que sabía que a Carol no le gustaba que estuviera con Isai, y quería estar más tiempo con ella, opté por acabar con Isai.
No le gustó, pero me entendió.
El médico nos había dicho que Carol duraría 2 meses, eso fue muy duro para mí, pero intenté sacarle todo el partido a el poco tiempo que nos quedaba.Ella ya me había perdonado, y seguíamos con una estrecha amistad. Pasó un mes, y yo no paraba de pensar en ella, era tan maja, y dentro de poco no estaría conmigo. Le dije a su madre que podía pasar alguna noche con ella, para hacerla compañía, y me lo agradeció. Había estado mas de 3 meses durmiendo en un sofá.
El padre de Carol murió hace 5 años, tuvo un accidente de coche, coche en el que también iba su hijo. Carol perdió a un padre y a un hermano, y pensar que su madre va a perder todo, me mata por dentro. Y bueno, también era una escusa para pasar más tiempo con ella y hacerla más feliz.
Lo pasamos genial aquella noche, y propuse a Erika turnarnos las noches, y accedió.
Cada noche que pasaba con ella la iba queriendo más, y más. Llegué a la conclusión que estaba más obsesionada con ella que de lo que lo estaba con Isai, y que quizá, estuviera enamorada de ella.
Era la última semana que la quedaba de vida, ya conseguía entrar con una sonrisa forzada a su habitación. Había asimilado que mi amor por ella era cierto, e iba con todas mis intenciones de contárselo. Me acerqué a ella y vi cómo su boca se alargó levemente. Como sonrisa me vale. Ya no podía mover las articulaciones, y pensé que para ella esa sonrisa era un gran esfuerzo.
Fui decidida, me senté a su lado y la agarré la mano. Tenía un suave tacto a pesar de que ya no podía cuidarse bien.
- Carol, yo... No sé como decirtelo...
Se produjo una pequeña pausa. Ella me miraba con los ojos entrecerrados.
- Mira, tú sabes que te quiero muchísmo, que eres mi vida entera, que te quiero más que a nada...
- Si...
- Sabes también que me va a doler mucho, todo lo que ocurra. Que no sé si lo podré superar, así que igual me ves al lado tuyo dentro de unos días - Hizo un intento de reirse, pero no tenía energías.Sonreí y continué.
- Pues bien, esto no es fácil de decir, pero creo que en estos últimos meses, te he querido más de lo que te quería, ¿Sabes lo que te quiero decir?
Carol cerró los ojos . Yo continué:
- Pues que creo, que estoy enamorada de ti, ya sé que es extraño de comprender, pero es verdad. Lo tengo claro, llevo meses pensandolo, y quería que lo supieras...
No vi que hiciera ningún gesto como de asombro ni nada. Observé la máquina y mostraba sus impulsos vitales, se paró. Llamé al médico pesando que se había extropeado, todavía la quedaba una semana. Cuando entró en la sala y vio la máquina rápidamente salió de la sala para llamar a unos médicos. Después de varios segundos llegaron cinco médicos con aparatos. Me echaron del cuarto, pero se dejaron la puerta medio abierta. Sacaron el desfibrilador, y la dieron varios impulsos. Después de varios minutos, salieron. Se acercaron a mí y con una voz consoladora, me comunicaron que Carol había dejado este mundo. Pasé a ver el cadáver de mi amiga. Acaricié su cara, sabiendo que sería la última vez que lo hiciera, ni siquiera me acordé de llamar a Erika.
Suspiré, no me salían ni las lágrimas, giré la cabeza y me di cuenta, de que había una carta escrita. La cogí, era para mí. Era difícil de entender, ya que Carol no podía hacer demasiados esfuerzos.

Para mi vida, Karen.
Estos últimos meses han sido los mejores de mi vida, y gracias a ti. Me alegro de haber hecho las paces contigo.
Que sabes que yo también te quiero, y que nunca podré agradecerte todo lo que has hecho por mí. Que has dejado a Isai por mí.
Pero te mentí, no me enfadé porque salieras con Isai, sino porque Isai salía contigo. Karen yo, pensé que era amor de amigas, pero cuando comenzase a salir con él, supe que estaba enamorada de ti. Seguramente te hayas quedado en estado de shock, pero no me gustaría haberme ido sin que supieras esto. Que el simple hecho de que estés conmigo todo el tiempo posible me ha hecho olvidar que estaba enferma, y que me alejaría de ti.
Eres lo mejor que me ha pasado en mi vida, que lo sepas y que no se te olvide.
Te amo.

Sentía lo mismo que yo. De repente me di cuenta de que una gota había caído encima de la carta, después cayó otra, y otra. Supe que esas gotas venían de mis ojos. Sonreí.
Enmarqué la carta en un cuadro, y lo colgué en mi cuarto. Me da igual lo que pensaran los demás.
Sólo sé que la quería, que la quiero y que la querré.